sábado, 10 de septiembre de 2011

Reaparece la publicidad


Reaparece la publicidad comercial en las calles de Cuba

 

AMISTAD DE Lanzarote es un restaurante familiar en La Habana.
AMISTAD DE Lanzarote es un restaurante familiar en La Habana.
STR / AFP/Getty Images

/ AFP

Aunque aún tímidos, carteles de publicidad comercial compiten con vallas o muros de lemas revolucionarios en las calles de de Cuba, reaparecidos ahora que miles de pequeñas empresas emergen de la economía subterránea con las reformas de Raúl Castro.
Muy lejos de la saturación visual de otras ciudades del mundo, La Habana, de 2.2 millones de habitantes, luce con más anuncios, algunos incluso de neón, siendo los más vistosos los de los famosos “paladares”, como se conoce a los pequeños restaurantes privados en Cuba.
“La publicidad se asocia al capitalismo, pero esto no es ser capitalista, si no veamos China y otros países socialistas. Somos negocios pequeños que estamos creando empleos, trabajando, luchándola”, dijo Javier Acosta, quien abrió en enero su paladar “Partenón”.
Liberados por directriz de Raúl Castro del estigma de “capitalistas”, los nuevos empresarios se han lanzado a promocionar sus servicios o productos, aunque reglamentados y bajo pago de impuestos, empujados por la competencia.
Por el luminoso que representa al templo griego, de 90 cm de diámetro, colgado en la fachada de su paladar, Javier paga un impuesto de 600 pesos al mes ($25), tras obtener permiso de Planificación Física, rector del desarrollo urbanístico.
“Antes no era necesario anunciarse, éramos muy pocos, ahora empezó la competencia fuerte y hay que ponerse pa’eso. Esta era la única paladar en los alrededores, y hoy hay unas ocho”, dice Arnel, camarero de “Decamerón”, que abrió con las modestas medidas de apertura económica de los años 90.
Hasta hace poco para encontrar “Decamerón” -pese a estar en una céntrica calle de La Habana y en cuya puerta aún queda una ventanita de aire clandestino para filtrar al visitante- ir a una peluquería particular, a un zapatero remendón o a la costurera, era necesario recurrir a “radio bemba” (del boca en boca).
En las calles, la propaganda llamativa era la de las paredes, muros y vallas pintadas de proclamas como “Todo por la Revolución”, “Defendiendo el socialismo” o la más reciente: “Trabajo, disciplina, rigor”, la consigna de Raúl Castro.
Ahora cuelgan cartelitos pintorescos o pícaros como el de la cafetería “Punto G”, y pulula -para burlar el impuesto- la publicidad ambulante, la de los volantes que ponen en la ventana de un auto estacionado o aquélla que dice sin decir, como una llavecita pegada en una puerta, en señal de que ahí hay un cerrajero.
“Elegancia por principio. Siempre que usted nos visite tendrá un obsequio por la casa; si viene a comer cuatro veces al mes, la quinta será gratis; si su comida se demora más de 50 minutos, comerá gratis”, se lee en una tarjeta de presentación entregada en una calle del barrio Vedado.
Como parte de un plan de 300 reformas aprobadas en abril en el VI Congreso del Partido Comunista, Raúl Castro autorizó la apertura de licencias en 178 oficios, blanqueando la economía porque muchos operaban ilegalmente, y en pocos meses los trabajadores privados aumentaron de 148.000 a unos 350.000.
“Lo que corresponde hacer al partido y al gobierno es facilitar su gestión y no generar estigmas ni prejuicios hacia ellos y para eso es fundamental modificar la apreciación negativa existente en no pocos de nosotros hacia esta forma de trabajo privado”, dijo Raúl Castro.
La publicidad comercial apareció en Cuba en 1994, con la discreta reforma de apertura aplicada frente a la crisis que provocó la caída del bloque soviético, y se extendió a los eventos deportivos, antes de ser abruptamente eliminada a fines de los 90 por el entonces gobernante Fidel Castro.
Los medios locales fustigaron en esa época la publicidad comercial y la “anarquía” de esas manifestaciones de una economía de mercado aún balbuceante, y clamaron por ponerle fin.
“Aún no hay en Cuba publicidad en los medios, por eso los soportes gráficos, lumínicos, son necesarios. Aquí mucha gente viene por el cartelito”, dice Gisel Nicolás, del recién abierto paladar “La Galería”.
Javier está orgulloso de su negocio, anunciado con su llamativo cartel lumínico. No obstante, afirma: “como todo cubano, sé bien que la promoción de boca en boca… es la mejor”.


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