martes, 27 de septiembre de 2011

Cuando el vibrador se inventó para tratar la Histeria femenina.


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Como paso de curar enfermedades a otros usos más “lúdicos”.

El primer vibrador tuvo un origen muy diferente del que se asocia hoy en día. Comenzó a usarse en 1870  para tratar por consejo médico la “Histeria” femenina una supuesta enfermedad que, desde la antigüedad, pensaban que  atacaba a la mujer cuando esta estaba irritable.
El origen de la Histeria, que según las creencias solo sufrían las mujeres, se remonta a la antigüedad clásica, se habla de ella en papiros egipcios y ya fue descrita por Platón y por Hipócrates. Un mito de la antigua Grecia cuenta que el útero no está estático sino que deambula por el cuerpo de la mujer, causando enfermedades a la víctima cuando llega al pecho. Esta teoría da origen al nombre, pues la raíz proviene de la palabra griega para útero: hystera.
En la medicina medieval se le llamó “sofocación de la matriz” y se seguía creyendo que la causa era la abstinencia sexual, matizando que la retención de fluidos sexuales de la mujer era el origen del mal. Los remedios recomendados eran variados, desde mantener sexo si estaba casada, el matrimonio si estaba soltera y un masaje de una comadrona  como último recurso.
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De este peculiar masaje ya se hablaba en al año 653 y consistía en que por orden de un médico, una comadrona se impregnaba un dedo en aceite de flores, generalmente lirios o nardos, y masajeaba con vigor la zona genital de la mujer hasta que esta llegara al clímax, y aliviando de esa manera su “histeria”.
En el siglo II, Galeno, un importante médico, escribió que la histeria era una enfermedad causada por la privación sexual en mujeres particularmente pasionales. Se diagnosticaba frecuentemente en vírgenes, monjas, viudas y en menos ocasiones en  mujeres casadas.
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Y así llegamos al siglo XIX, donde esta supuesta enfermedad que los griegos habían descrito el “útero ardiente”, se convierte en una especie de plaga entre las mujeres de la época. Cualquier comportamiento extraño – ansiedad, irritabilidad, fantasías sexuales – es considerado como un claro síntoma y la paciente es enviada inmediatamente a recibir un masaje relajante. Y es que  a pesar del paso de los siglo, aún no se consideraba a las mujeres seres sexuales y se creía que los desordenes psiquiátricos femeninos provenían del útero.
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Los médicos seguían combatiendo la histeria femenina acariciando manualmente el clítoris y la vulva de las pacientes hasta que pudieran alcanzar lo que en aquella época era conocido como  ”paroxismo histérico”,  que en realidad era un orgasmo. Como en aquella época era mal visto que una mujer acudiera sola a la consulta, era frecuente que maridos o madres esperasen sentadas junto a la paciente mientras el medico tranquilamente las masturbaba.
En 1859 un doctor aseguró que una de cada cuatro mujeres estaba aquejada de histeria,  y reunió decenas de  páginas de posibles síntomas, con lo que casi cualquier dolencia leve podía servir para diagnosticarla. Los médicos pensaban que la tensión de la vida moderna hacía a las mujeres más susceptibles a desórdenes nerviosos.
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Rachael P. Maines, autor de “The Technology of Orgasm: Hysteria, the Vibrator, and Women’s Sexual Satisfaction,” dijo que estos casos eran muy ventajosos para los médicos, dado que no había ningún riesgo de que la paciente muriese pero necesitaba tratamiento constante, lo cual era una notable y fácil fuente de ingresos. El único problema era que los médicos no disfrutaban con la tediosa tarea del masaje. La técnica era difícil de dominar para un médico y podía tomar horas llegar al “paroxismo histérico”.
Derivarlas a las comadronas, una práctica por otra parte habitual, era una pérdida de oportunidades de negocio para el médico, así que los médicos, a pesar de tener las manos cansadas de tanto “masaje” , comenzaron a plantearse otro tipo de soluciones para mantener los ingresos y a las pacientes.
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El Primer vibrador de la historia.
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Pero el primero que tuvo la idea de crear ese invento fue un médico británico llamado  Joseph Mortimer Granville , que en 1870 , cansado de masturbar manualmente a sus pacientes, patentó el primer vibrador electro-mecánico con forma fálica, y aunque de un tamaño considerable, fue todo un éxito, ya que  lograba “aliviar” a las pacientes en menos de diez minutos de una manera relativamente sencilla.
Visto el potencial del aparato, y para evitar las vergonzosas visitas al médico,  una avispada empresa, llamada “Hamilton Beach”, comenzó a producir en 1902 vibradores de tamaño más pequeño.
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Varios modelos comienzan a comercializarse a través de todo tipo de publicaciones, e incluso  periódicos de tirada nacional. “La vibración es la vida” – se publicaba en  algunos anuncios – “Porque tú, mujer, tienes derecho a no estar enferma”.
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En muchos catálogos femeninos el vibrador se publicita como “instrumento para la tensión y la ansiedad femenina”. Su uso se promociona como una forma de mantener a las mujeres relajadas y contentas. “La vibración proporciona vida y vigor, fuerza y belleza” – dicen los anuncios – “El secreto de la juventud se ha descubierto en la vibración”.Su comercialización llega a tal extremo que algunos modelos incluyen un recambio adaptable que convierte el vibrador en una batidora.
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La difusión de la electricidad en el hogar facilitó la llegada del vibrador al mercado de consumo. El atractivo de un tratamiento en la intimidad del propio hogar hizo que el vibrador alcanzase una cierta popularidad. De hecho, llegó al mercado mucho antes que otros dispositivos eléctricos: nueve años antes del aspirador y diez años antes de la plancha.
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La variedad de vibradores de aquella época era inmensa, muchos modelos funcionan con corriente eléctrica, otros lo hacen con baterías o gas, incluso se diseñan algunos que funcionan a pedales  para proporcionarle a su paciente su correspondiente ración de alivio. Los aparatos tenían velocidades que van desde 1.000 a 7.000 pulsaciones por minuto y los precios pronto empiezan a ser asequibles para su uso doméstico teniendo un gran auge de ventas hasta los años 20.
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Pese a lo que nos pueda parecer hoy por el concepto sexual que tenemos de un vibrador, en aquellos años la aplicación del vibrador sobre el clítoris era tenida por una práctica exclusivamente médica. En la concepción machista de la época, al no haber contacto con el interior de la vagina, se considera que no hay contacto sexual, y no por tanto no existía ningún tabú alrededor de este objeto, solo se consideraban artículos de masaje anti-estresante y era común verlo en todo tipo de catálogos y revistas.
Pero a partir de 1920, los vibradores aparecen en las primeras películas pornográficas, y  empiezan a perder su imagen de instrumento médico. Esto, unido a que a principios de los 50 la “Asociación americana de psiquiatría”  declaró que la Histeria no era una enfermedad, hizo que el vibrador fuera visto como un juguete sexual y considerado instrumento de perversión, comenzando  poco a poco a ser un tabú, connotación que casi continua teniendo hoy en día en muchos lugares. Y es que, chicas, es una lastima, pero actualmente la histeria  no cuela como excusa para ir a comprar un vibrador.
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