martes, 8 de abril de 2014

Para Morirse de la Risa ... Cubanos por el Mundo

Estudio muestra que en el ADN del cubano están todas las “razas”

En este artículo: BiodiversidadCubaGenéticaRacismoSalud
9 Octubre 2013 |
Primer dia de clases breve mirada por las calles habaneras. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.
Jóvenes estudiantes de camino a su escuela en La Habana. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.
Por Beatriz Marcheco Teruel
El color de la piel es, a menudo, erróneamente interpretado como sinónimo de «raza». Al ser uno de los fenotipos1 más variables en los seres humanos, es descrito, por lo general, según la apreciación a simple vista, del observador, que la realiza, casi siempre, a individuos vestidos. Sin embargo, se ha demostrado que la exposición a los rayos ultravioletas produce cambios en el contenido de melanina2 en las áreas del cuerpo expuestas al sol comparadas con las zonas no expuestas, en las que este rasgo no se modifica por influencias ambientales. Aunque en todos los continentes existen personas de piel clara y otras de piel oscura, la pigmentación varía de forma marcada dentro y entre las diferentes regiones geográficas, y muestra una fuerte relación con las latitudes y la incidencia en ellas de los rayos ultravioletas.
La pigmentación epidérmica ha sido un elemento central en la mayoría de las discusiones sobre «raza» y genética. Hoy se conoce que es un rasgo determinado por el efecto de varios genes, aunque no está bien dilucidado el papel de los involucrados en su definición, ni su historia evolutiva. En el campo de la genética y de las investigaciones biomédicas, uno de los problemas con el uso de la palabra «raza»3 como identificador para clasificar individuos (al describir, por ejemplo, los datos generales en la historia clínica de un paciente), es la ausencia de una clara definición de este término.
Históricamente, la «raza» ha sido clasificada sobre la base de características socioculturales y biológicas que incluyen cultura, religión, etnicidad, origen geográfico, así como la morfología y el color de la piel.4 Ahora bien, estos dos últimos no se consideran buenos indicadores para la descripción racial, porque son el resultado de la adaptación a condiciones ambientales y pueden estar sujetos a evolución convergente; por ejemplo, las personas de piel negra que habitan las regiones de Nueva Guinea, sur de la India y África muestran, respectivamente, significativas variaciones en la tonalidad de la piel, como también las distintas etnias dentro de un mismo continente o región. Del mismo modo, la apreciación común sobre la «raza» de diferentes individuos posee fuertes componentes socioculturales, entre ellos el idioma, la religión y la etnicidad de los evaluados, por lo que tampoco es un indicador idóneo para dilucidar un ancestro compartido. Es el caso, digamos, del grupo de los denominados «hispanos» en los Estados Unidos, que incluye indistintamente a individuos de origen ancestral europeo, africano y nativo-americano, y todas las combinaciones posibles entre ellos. Tampoco el origen geográfico es siempre adecuado para describir la «raza» dadas las migraciones poblacionales tanto recientes, como históricas y aun prehistóricas.

Qué dice el ADN

Los paradigmas de la identidad humana basada en el concepto «raza» como constructo biológico y/o sociocultural pueden ser cuestionados a la luz de los datos disponibles sobre las variaciones genéticas encontradas en la secuencia del genoma humano.5 Su secuenciación ha mostrado que somos idénticos entre nosotros en el 99,6%-99,8% de nuestro material genético. El 0,2%-0,4% restante, que indica lo diferente en cuanto a las bases nitrogenadas que conforman el ADN, da lugar a unos diez millones de variantes en características humanas (referidas, por ejemplo, a color de los ojos, del pelo, forma de la nariz, etc.), sobre la base de las cuales se explica la biodiversidad de nuestra especie. La mayor diversidad a nivel del ADN ha sido encontrada en los individuos que mayor proporción de ancestros africanos poseen en su genoma.6
Todas estas informaciones derivadas de los resultados del proyecto Genoma Humanoconstituyen desafíos actuales para la ciencia y la sociedad, en relación con la validez de la categoría «raza». La diferencia entre esta y variación genética humana guía hoy a los investigadores de la biología hacia la búsqueda de diferencias entre distintas poblaciones en relación con la salud y la predisposición a enfermedades y, un poco más allá, la respuesta individual a los medicamentos, en un camino que se ha denominado «la medicina personalizada».
El estudio de la estructura genética de las poblaciones (también conocido como mapeo de mestizaje), a través de marcadores biológicos basados en variaciones del ADN, ha recibido en los últimos tiempos considerable atención por su valor para dilucidar su historia y su relación con una particular predisposición a enfermedades de alta prevalencia y morbi-mortalidad.
A partir de un estudio científico-médico, en curso, sobre mestizaje y demencia senil, expongo los resultados obtenidos en una muestra de individuos cubanos que —aunque no deben ser interpretados como representativos de toda la población del país, por haberse realizado el pesquizaje en solo dos provincias—7 permitió conocer cómo está expresada en nuestro genoma la mezcla de las etnias ancestrales que dieron origen a la población cubana y qué dicen los genes acerca de nuestro mestizaje.
Además de la utilidad que puede representar para la ciencia médica, finalidad para la que fue realizada la investigación, esta información posee, en el contexto de la caracterización del patrimonio genético de la nación, la intención de contribuir, a partir de la evidencia científica obtenida, a diferentes estudios antropológicos, etnológicos y socio-culturales sobre el mestizaje de los cubanos, o a confirmar sus resultados. Intenta igualmente servir a los investigadores de las ciencias sociales, intelectuales y personas interesadas en el tema para continuar alimentando el conocimiento de nuestras raíces e identidad como pueblo.

Estudio sobre mestizaje y demencia en una muestra de población cubana

En la medida en que aumenta la esperanza de vida de una población, se incrementa la prevalencia de un grupo de enfermedades que comienzan en edades avanzadas, entre ellas la demencia. Como parte de un estudio relacionado con los factores de riesgo para elSíndrome Demencial y partiendo de la hipótesis —basada en el hecho comprobado de que esta enfermedad es más frecuente en personas de piel blanca— de que una mayor proporción de genes ancestrales africanos en el genoma de un individuo podría significar un menor riesgo para padecer de demencia, fueron estudiadas 531 personas, residentes en la ciudad de La Habana y la provincia de Matanzas, cuyos padres y abuelos procedían de todas las provincias del país y aun de países como España, Jamaica, China, Puerto Rico, Turquía, Siria y Colombia. El estudio del mestizaje fue realizado a través de marcadores que exploran esta información directamente en el ADN.

Características generales de las personas estudiadas

La muestra estuvo compuesta por individuos de 65 años o más, que es la edad a partir de la cual la demencia es más frecuente. 67% de las personas estudiadas fueron mujeres. 46% de los participantes tenía entre 65 y 74 años y el otro 54% contaba con 75 años o más. 3,2% de los encuestados refirió no estar escolarizado, 23,8% no llegó a concluir la educación primaria, 31,4% alcanzó ese nivel de enseñanza, 24,3% terminó la secundaria, y el resto terminó el preuniversitario o el nivel superior.
Para la muestra en general, o sea, las 531 personas, sin distinción de color de la piel, la proporción del mestizaje fue la siguiente: como promedio, 73,8% de los genes ancestrales fueron de origen europeo, 16,8% de origen africano y 9,4% de origen nativo-americano. Según la pigmentación epidérmica, se manifestó de la siguiente manera:
  • Piel blanca. En las personas analizadas dentro de este grupo, 91% de sus genes ancestrales fue, como promedio, de origen europeo y 5,8% de origen africano. Sin embargo, individualmente, la cantidad de genes europeos va desde 24,4% hasta 98,7%, mientras que la proporción de genes africanos oscila desde 0,7% hasta 72,7%. Resulta de interés el hecho de que once individuos de piel blanca tienen más de 30% de sus genes de origen africano y, de ellos, cuatro con más de 50%, o sea, a pesar de la tonalidad de su piel, la mitad de sus genes provienen del llamado «continente negro».
  • Piel negra. Los individuos de piel negra mostraron, como promedio, que 45% de sus genes ancestrales son de origen europeo y 49.6% de origen africano. La proporción de genes europeos en personas de piel negra fue desde 12,3% hasta 98,7% y la de genes ancestrales africanos, desde 0,7% hasta 86,8%. De los 101 individuos de piel negra estudiados, 75 mostraron más de 30% de sus genes de origen europeo y, de ellos, diez tienen más de 85% de sus genes ancestrales con ese origen.
  • Piel mestiza. Los individuos de piel mestiza mostraron, como promedio, 64% de sus genes ancestrales de origen europeo y 28,6% de origen africano. La proporción de genes de origen europeo en estos individuos varía desde 19,6% hasta 96,9% y la de origen africano desde 2,4% hasta 70,2%. En 49 individuos mestizos se encontró que más de 50% de sus genes ancestrales, son europeos.
El análisis estadístico permitió conocer que el proceso de mezcla de genes que da origen a este mestizaje, ha tenido lugar durante siete generaciones, lo que equivale aproximadamente a doscientos años.

Otros hallazgos de interés

El estudio del ADN (a partir de una muestra de sangre tomada con el consentimiento de cada participante) se realizó a través de marcadores genéticos que han sido utilizados en diferentes poblaciones, porque permiten diferenciar adecuadamente en el genoma la información que procede de ancestros africanos, europeos y nativo- americanos. En este último caso, el comportamiento de estos marcadores, o sea, la frecuencia de sus variantes, es muy similar a la de las poblaciones de origen asiático.
Se utilizaron sesenta marcadores que fueron capaces de rastrear el origen ancestral en veintidós de los veintitrés pares de cromosomas humanos. El análisis de los resultados se realizó con un programa estadístico computarizado diseñado para estos fines,8 que permite calcular para cada individuo su proporción de genes de origen africano, europeo y nativo-americano, y asimismo analiza estas proporciones para la muestra en general. Es capaz, además, de estimar el número de generaciones durante las cuales ha tenido lugar la mezcla que origina las proporciones actuales de mestizaje.

Hallazgos de la investigación

El mayor hallazgo de la investigación, y el que, en nuestro criterio, podría ser de más utilidad para los estudios antropológicos, sociológicos y de otras ciencias sociales, es que en todos los individuos estudiados estuvieron estos genes, mientras que la presencia de accidentes cerebrovasculares fue mayor.
No pudo demostrarse que una mayor proporción de genes africanos implicara un menor riesgo para padecer demencia, como había sido supuesto en la hipótesis de la investigación; por lo que puede deducirse —por lo menos en la muestra estudiada— que la posibilidad o no de padecer demencia senil en nuestra población, es similar en personas de cualquier color de piel.
En el estudio realizado se evaluó un conjunto de variables relacionadas con hábitos y costumbres de la vida social de los individuos. En su análisis, se apreció la existencia de una correlación positiva entre la proporción de genes de ancestro africano y el menor consumo de carne en la dieta, así como el exceso en la ingestión de bebidas alcohólicas. Tal hecho se atribuyó, en la interpretación de los resultados, a fenómenos construidos socialmente. Es significativo que fueron también los individuos con mayor proporción de ancestros africanos los que estuvieron menos representados en los niveles más altos de escolaridad.
Una de las preocupaciones de los investigadores en el curso de estos estudios es el posible error de clasificación del color de la piel, aun cuando se instruye de antemano sobre este particular a los profesionales que van a describirlo, con el propósito de estandarizar su valoración.
Como parte de la investigación, se comparó la clasificación del color de la piel realizada por médicos y por trabajadores sociales para 270 de las personas participantes y se analizaron estadísticamente las discrepancias en la descripción realizada por cada equipo de profesionales. Cuando se evaluaron los resultados, tras agrupar a los analizados sobre la base de dos categorías: individuos blancos e individuos no-blancos, no hubo diferencias significativas entre las clasificaciones realizadas por ambos. Sin embargo, cuando se analizó la descripción realizada por los dos grupos de profesionales en cuanto a la clasificación del color de la piel para individuos negros y mestizos pudo apreciarse —con divergencias estadísticamente significativas—, a través de un test de diferencia de proporciones, cómo los trabajadores sociales tienden a «aclarar» el color de la piel respecto a los médicos.
Este resultado, colateral a los propósitos con los que fue diseñada la investigación, sugiere lo subjetivo de las apreciaciones en cuanto al color de la piel y la ubicación «racial» de los individuos. Su interpretación requiere un análisis más detallado donde se considere, entre las variables, el propio color de la piel de los miembros de ambos equipos de profesionales. No obstante, en la literatura científica existen precedentes de las diferencias que pueden presentarse entre entrevistadores y entrevistados en relación con esta característica fenotípica de marcada heterogeneidad.
Entre 1992-1994 se estudió en los Estados Unidos la influencia del color de la piel del investigador sobre la percepción de esta característica en 4 559 individuos. Los investigadores de piel blanca reportaron los tonos de piel negra de los encuestados de modo más oscuro que los investigadores de piel negra. En cambio, los investigadores de piel negra describieron tonos de piel más claros en individuos blancos, comparados con los investigadores de ese mismo color. El análisis también mostró que los entrevistadores perciben mejor las variaciones de las tonalidades de la piel entre los individuos de su mismo color, que entre los de otro color de piel.9
En los estudios epidemiológicos, la «raza» aparece clasificada, a menudo, sobre la base de características fenotípicas entre las que predomina el color de la piel y en algunos casos se le añade el color y la textura del pelo, y la morfología de labios y nariz. En un estudio realizado a la población brasileña —considerada una de las más heterogéneas del planeta—, se comparó la correspondencia entre la clasificación del color de la piel que realiza el individuo de sí mismo, con la del investigador que lo observa, y se encontraron diferencias significativas en la definición que realizaron ambas partes en el caso de los individuos mestizos.10
Asimismo, al indagar la correspondencia entre color de la piel y cuánto este rasgo predice el origen ancestral de una persona, un análisis más detallado, realizado también en Brasil, demostró que la pigmentación epidérmica es un pobre predictor del ancestro africano específicamente. Resultó interesante el hallazgo de que individuos clasificados como negros según su piel, tenían hasta un 48% de genes ancestrales no-africanos, y personas con solo 45% de genes ancestrales africanos mostraban una tonalidad de piel más próxima al negro que al blanco. En el transcurso de ese estudio, 173 individuos fueron examinados y clasificados según color de la piel por dos observadores independientes y concluyeron que en la población brasileña el color de la piel es un débil criterio para determinar por sí solo la proporción del ancestro africano a nivel individual.11
Al considerar las particularidades propias de la historia y la estructura social de Brasil, los investigadores propusieron un modelo que pudiera explicar la conclusión referida, que hipotetiza sobre cómo pudieron originarse grupos diferentes en cuanto al color de la piel y, a su vez, con similares proporciones de genes ancestrales africanos. Este modelo considera el hecho de que, durante décadas, se produjeron «apareamientos» entre hombres blancos de origen europeo con esclavas africanas negras. Los descendientes de esas uniones con características físicas más parecidas a individuos africanos eran clasificados como negros, mientras que los que tenían fenotipos similares a su progenitor europeo, fueron considerados blancos, aun cuando genéticamente poseían exactamente la misma proporción de genes ancestrales africanos y europeos. En la siguiente generación, aquellos individuos de piel más clara se juntaron, como tendencia general, con parejas blancas, y sus parientes negros seleccionaron parejas de piel similar a la suya. La tendencia, a largo plazo, tras varias generaciones con este patrón de comportamiento, conduce sucesivamente a la creación de un grupo blanco y un grupo negro, en ambos casos con igual proporción de ancestros africanos.
Existen otras evidencias que muestran cómo la ubicación «racial» de las personas en uno u otro grupo, nace de prácticas sociales que modelan profundamente la percepción racial y entrenan para pensar en términos de «raza» de un modo visual. Preguntémonos ¿cómo definen la «raza» aquellos individuos que han sido ciegos toda su vida? Se ha asumido por largo tiempo que la definición de «raza» tiene una menor significación para personas ciegas, dado que no pueden observar los rasgos que a simple vista originan diferencias fenotípicas que se traducen en diferencias «raciales». Se puede demostrar que este supuesto no es cierto.
Las personas ciegas pueden tener una percepción del concepto de «raza» en la que el aspecto visual adquiere proporciones de tanta significación como lo tiene para sus contrapartes videntes. Este hecho fue investigado recientemente a través de un estudio que comparó la definición de «raza» dada por individuos ciegos de nacimiento y por personas videntes. Ambos grupos fueron interrogados acerca de ¿cuál es su definición de «raza»?, ¿cuál es su primer recuerdo de «raza»?; si decidiera casarse con una persona de «raza» distinta a la suya, ¿cómo reaccionaría su familia?; ¿por qué cree que es importante la «raza» para algunos individuos? El estudio mostró que, en opinión de ambos grupos de participantes, las diferencias entre «grupos raciales» están determinadas por características que se aprecian visualmente. Del mismo modo, los resultados de esta investigación reafirman cómo «raza» y pensamiento racial están interiorizados a través de prácticas sociales iterativas que entrenan a las personas para interpretar de cierta manera el mundo que las rodea, y estas prácticas están tan profundamente arraigadas que incluso las personas ciegas, de un modo conceptual, «ven» e interpretan la definición de «raza» sobre la base de «pistas» visuales. Estos elementos sugieren que «raza» es un concepto construido socialmente, con un sistema de estratos no argumentado por diferencias naturales o biológicas.12
¿Cuánto nos parecemos «genéticamente» los cubanos a otras poblaciones de nuestra región geográfica?
Estudios similares al que describimos en estas páginas, han sido conducidos en otros países de nuestra región. En Argentina, por ejemplo, fueron estudiados 94 individuos para explorar la contribución de ancestros europeos, amerindios y africanos a la estructura genética de esa población. Los resultados mostraron que, como promedio, 78% de los genes ancestrales eran de origen europeo, 19,4% de origen amerindio y 2,5% de origen africano.13 En México fueron estudiados 561 habitantes del Distrito Federal, y se encontró que, promedialmente, 65% de sus genes eran de origen nativo-americano, 30% de origen europeo y 5% de origen africano.14 Individuos de Puerto Rico, residentes en los Estados Unidos, mostraron como promedio 53,3% de genes ancestrales europeos, 29,1% africanos y 17,6% amerindios.15 Resulta lógica la mayor proporción de genes de origen amerindio en un país como México, o la escasa representación de los de origen africano en Argentina; lo que llama la atención es la cercanía entre este país y Cuba en cuanto al porcentaje de los genes europeos en las respectivas poblaciones estudiadas. De todos modos, la comparación indica que también en esos países existen evidencias genéticas del mestizaje poblacional.

Comentarios finales

Aunque el propósito primario de esta investigación fue determinar factores de riesgo para la demencia basados en variaciones del ADN, sus resultados trascienden ese objetivo y aun la ciencia médica, para proyectarse hacia áreas socioculturales de gran importancia para la identidad cubana, para la lucha contra discriminaciones y exclusiones. Si étnica y culturalmente somos un pueblo mestizo, independientemente del color de la piel, la presencia de genes ancestrales europeos, africanos y nativo-americano-asiáticos en nuestro genoma es una prueba de que biológicamente también lo somos, y quizás lo sea todo el género humano, debido a las incesantes mezclas que se han producido desde tiempos inmemoriales. Esta investigación, aunque todavía no definitiva, participa, desde otro ángulo del asunto, de lo que Nicolás Guillén dijo en su poesía: que en la composición étnica de Cuba, «todos somos un poco nísperos».16

Notas

1. Fenotipo: cualquier característica o rasgo observable de un organismo, como su morfología, desarrollo, propiedades bioquímicas, fisiología y comportamiento. El fenotipo es el resultado de la interacción de los genes y el ambiente, para la característica o rasgo en cuestión. 2. Melanina: Es una sustancia natural, producida por células cutáneas llamadas melanocitos, que le da color (pigmento) al cabello, la piel y al iris del ojo.
3. Véase Francis S. Collins, «What We Do and Don’t Know About «Race», «Ethnicity», Genetics and Health at the Dawn of Genome Era», Nature Genetics Supplement, v. 36. n. 11, Londres, noviembre de 2004, pp. 13-5.
4. Ídem.
5. Charmaine D. M. Royal y Georgia M. Dunston, «Changing the Paradigm from «Race» to Human Genome Variation», Nature Genetics Supplement, ed. cit., pp 5-7.
6. Sarah A Tishkoff y Kenneth K Kidd, «Implications of Biogeography of Human Populations for “Race” and Medicine», Nature Genetics Supplement, ed. cit. pp. 21-7.
7. Una nueva investigación se encuentra actualmente en curso, con una muestra representativa de la población cubana.
8. Se utilizó el programa ADMIXMAP, basado en un algoritmo que modela la mezcla étnica a partir de métodos bayesianos combinados con modelos de regresión logística.
9. Mark E. Hill, «Race of the Interviewer and Perception of Skin Color: Evidence from the Multi-City Study of Urban Inequality», American Sociological Review, v. 67, n. 1, Washington, DC, 2002, pp. 99-108.
10. Sandra C. Fuchs, Cristine Sortica, et al., «Reliability of Race Assessment Based on the Race of the Ascendants: a Cross Sectional Study», BMC Public Health, n. 2, 2002, pp. 1-5.
11. Flavia C. Parra, Roberto Amado, et al., «Color and Genomic Ancestry in Brazilians», Proceedings of the National Academy of Science, v. 100, n. 1, Washington, DC, 2003, pp. 177-82.
12. Osagie K. Obasogie, «Do Blind People See Race? Social, Legal and Theoretical Considerations», Law & Society Review, v. 4, n. 3-4, [ciudad], 2010, pp. 585-616.
13. Michael F. Seldin et al., «Argentine Population Genetic Structure: Large Variance in Amerindian Contribution», American Journal of Physical Anthropology, n. 132, Portland, 2007, pp. 455-62.
14. Verónica L. Martínez-Marignac et al., «Admixture in Mexico City: Implications for Admixture Mapping of Type 2 Diabetes Genetic Risk Factors», American Journal of Human Genetics, n. 120, febrero de 2007, pp. 807-19.
15 Esteban J. Parra, R. A. Kittles y Mark D. Shriver, «Implications of Correlation Between Skin Color and Genetic Ancestry for Biomedical Research», Nature Genetics Supplement, ed. cit., pp. 54-60.
16. Nicolás Guillén, «Prólogo» (a Sóngoro cosongo), Obra poética, t. 1, Letras Cubanas, La Habana, 2002, pp. 91-2.
(Trabajo publicado originalmente en la Revista Temas, de enero-marzo de 2012)
*Dr. Beatriz Marcheco Teruel es especialista en Genética clínica. Centro Nacional de Genética Médica. 
PINAR DEL RIO: LA TIERRA DEL BUEN TABACO
Pinar del Río: la tierra del buen tabaco
Fotografía de Leandro Montini

Al tabaco que se cultiva en la provincia más occidental de Cuba se le debe gran parte de la riqueza de la isla. Y a su gente, sus orquídeas y sus paisajes, algunos de los viajes más memorables que pueden hacerse.
Por Gabriela Pepe | octubre 2008 |
El verde intenso anuncia que la naturaleza decidió no ser mezquina en la provincia de Pinar del Río. Un generoso paisaje entretiene el camino que conecta la modesta San Juan y Martínez con la ciudad de San Luis. Allí, entre Río Hondo y Cuyaguateje, las cosechas de tabaco florecen a cada lado de la carretera. Entre tantas vegas, el itinerario se confunde y resulta difícil hallar el destino. Pero no existe alma en la región de Vuelta Abajo que no sepa indicar el sendero hacia la finca del vecino más ilustre: don Alejandro Robaina. El hombre al que visitan las celebridades de todo el mundo, que recibe invitaciones de los países más remotos, que ya se hizo merecedor de una biografía y cientos de homenajes. Aquel que, dicen, es el mejor productor de capas de tabaco del mundo. El único cubano en tener una vitola (la banda que llevan los cigarros) con su nombre. Una leyenda viva.

En la puerta de la casa campestre, rodeado de plantas medicinales y orquídeas, Robaina aparece como un auténtico dandy. Perfectamente erguido, sin usar bastón, de mangas largas y zapatos relucientes, invita a recorrer su mayor orgullo, acompañado siempre de un infaltable puro. Sólo sus infinitas arrugas denotan que cumplirá 90 años.

El libro de visitas de la finca El Pinar está abarrotado de firmas. Todos los días —excepto los domingos, en que se toma un merecido descanso— don Alejandro y su familia reciben entre 20 y 60 visitantes, desconocidos y celebridades. Desde los lugareños Silvio Rodríguez y, en vida, Compay Segundo, hasta algún príncipe saudí, el célebre Sting o el actor Jackie Chang, y el gran Gabriel García Márquez, nadie se quiere perder la oportunidad de conversar con el famoso veguero. Así lo estampó el Premio Nobel de Literatura en un reducido espacio, seguido por el dibujo de una flor: “Con un abrazo, en uno de nuestros días más felices”. También Diego Maradona, otro gran fumador de puros, lo recibió en La Habana durante los años que se instaló en la isla. Y sus reuniones con Fidel Castro se sucedieron a lo largo de los 50 años de Revolución. Relata su familia que Robaina fue uno de los pocos que se animó a discutirle y darle consejo al ex presidente cubano.

UNA FAMILIA TABACALERA

Los Robaina llegaron a la zona de Pinar del Río, con más precisión al municipio de San Luis, en el año 1845, desde las islas españolas Santander y Canarias. Con más de 160 años en la región, la familia ya es una marca registrada. El abuelo, el padre y el mismo don Alejandro se encargaron de hacer de las plantaciones de tabaco en las vegas una verdadera tradición pinareña. Y el actual jefe del clan ya se ocupó de elegir a sus sucesores: sus nietos Hirochi y Alejandro, los administradores del negocio y herederos del oficio. “Mis abuelos se dedicaron al tabaco, mis padres se dedicaron al tabaco, yo me dedico al tabaco, mis hijos y mis nietos, también. Seguramente, mis bisnietos los seguirán”, sentencia el vigoroso anciano. En medio de las cosechas, los carteles anuncian el mandato familiar: “Prohibido no fumar”. Y así se cumple porque, en San Luis, fuman hasta los fantasmas.

Pero no sólo el tabaco es patrimonio de los Robaina. Los descendientes de aquellos inmigrantes españoles parecen haber heredado también la longevidad y la buena salud, que ellos mismos relacionan con los puros. En El Pinar viven don Alejandro, sus dos nietos, y dos joviales y coquetas hermanas de 94 y 99 años, María Isabel y Elvira. “Es que el puro no es algo que haga daño, no se absorbe, no es compulsivo. No tiene nada que ver con el cigarrillo, que sí es dañino”, explica convencido Hirochi. “Uno no se vuelve viejo por fumar. Un buen puro te quita las preocupaciones”, agrega el abuelo.

La familia conservó las tierras aun después de la Revolución, cuando la idea de las cooperativas mandaba en el gobierno cubano. En las 17 hectáreas que abarca la finca trabajan más de 70 personas y se cultivan 200 mil plantas de tabaco por año. La producción de capas alcanza para hacer entre cinco y siete millones de puros anuales. El cien por ciento se destina a la exportación a todo el mundo, con excepción de Estados Unidos. Al menos, claro, por las vías legales.

“Empecé a fumar a los 10 años, a escondidas de mis padres, así que ya voy a cumplir 80 como fumador”, relata don Alejandro. Cinco años después de aquel primer puro, estaba dirigiendo la finca. Las manos callosas del hombre adelantan lo que su nieto relata: “Mi abuelo trabajaba directamente el campo, por eso sabe muy bien de qué se trata el trabajo de los obreros”.

Eso explica en gran medida que Robaina sea el mejor catador de puros de su finca (y tal vez del mundo), y que se haya convertido en su cliente más exigente. “Cuando acá se tiene alguna duda se le pregunta a él. El abuelo no pudo ir a la escuela, pero es un universitario empírico. Él tiene un libro en su cabeza y se arma sus propios puros”, dice Hirochi.

LA JORNADA DE LOS DE AQUÍ

Ni bien el sol empieza a iluminar las plantaciones, don Alejandro abre los ojos. Antes de las seis de la mañana, el jefe de la finca ya está de pie para enfrentar el trabajo diario. Espera a que lleguen los obreros y va supervisando las labores de cada día.

“Hay cuatro factores fundamentales que deben combinarse a la perfección a la hora de producir puros: la tierra, el clima, la variedad y la experiencia del productor”, explica Robaina, como quien recita una fórmula básica.

Robaina ha recorrido México y Argentina; Holanda, Francia, Egipto, Malasia, Singapur y Líbano, y viaja como invitado especial a cuanto evento de fumadores de puros acontece. Flanqueado por sus nietos, lleva su sabiduría tabacalera adonde los adoradores de habanos la necesiten. “Más allá de los países que visité, lo que siempre me ha impactado es ver la cantidad de gente que me quiere. ¿Qué más puedo pedir a la vida?”.

Las tardes se pasan volando en la calidez de El Pinar. Don Alejandro se entrega a una siesta y vuelve a acomodarse para recibir a turistas, personalidades y curiosos, ansiosos por conversar unos pocos minutos con él. El día se divide en los tres puros diarios.

LA JORNADA DE LOS QUE VIENEN DE VISITA

Tabaco hay en cada rincón de Cuba: en el centro, en la provincia de Villa Clara; la occidental Camagüey, en Remedios, en Holguín y también en La Habana. Pero el mejor tabaco del mundo se cosecha en Vuelta Abajo, en la provincia de Pinar del Río, donde el clima, la humedad y el suelo forman una combinación perfecta.

Hacia ese rumbo, la música de La Habana, los ruidos del Malecón, la ciudad lista para acoger a miles de turistas van quedando atrás. Y, a medida que nos acercamos, el tiempo parece retroceder. Se escuchan el viento y los pájaros, los campesinos son los dueños del paisaje y la naturaleza se abre paso ante nuestros ojos, demostrando cómo bendijo a la provincia más occidental de Cuba.

Al norte, brillan las aguas profundas del Golfo de México; hacia el sur, deslumbra el cálido mar Caribe; el oeste linda con el mar que la separa de la península de Yucatán. “Pinar del Río, región fecunda, donde natura vertió sus joyas con esplendor”, leemos versos del himno de la provincia en una guía de viaje. Y empezamos a comprenderlos mientras avanzamos y la cordillera de Guaniguanico aparece en el horizonte y se va volviendo más y más cercana, hasta que nos atrapa por completo en su interior.

La cordillera se divide naturalmente en la Sierra del Rosario y la Sierra de los Órganos. Nuestra vista tropieza con el primer cordón montañoso, ubicado a unos 70 kilómetros de La Habana y declarado por la UNESCO Reserva de la Biosfera. En la Sierra del Rosario conviven 889 especies de plantas superiores, se escucha el particular canto del tocororo, habitan mariposas de miles de colores, vuela el diminuto zunzún (o pájaro mosca, el ave más pequeña) y se deslizan las aguas del río San Juan.

Nos topamos con nuestro primer destino, en la porción sureste de la Sierra del Rosario. Allí, en cinco mil hectáreas de valles, ríos, montañas y bosques, se alza la comunidad de Las Terrazas, un complejo al que los expertos definen como “una experiencia rural de desarrollo sostenible”. Una especie de paraíso urbanístico, organizado en un sistema de terrazas sucesivas y escalonadas, que permitió, allá por 1968, repoblar las áreas de montaña.

Cada día, de camino hacia sus trabajos, los lugareños transitan senderos construidos sobre los escalones de la cordillera, entre los más sorprendentes paisajes, donde conviven la diversidad de especies vegetales con 73 tipos de aves, aguas termales, manantiales y senderos. Las Terrazas se abre a los visitantes, que aprovechan los miradores naturales de un patrimonio único.

El recorrido continúa y, seis kilómetros al norte de la autopista, Soroa se presenta como un buen lugar para el descanso: nos esperan 750 variedades de orquídeas, un recorrido por el río Manantiales y su famosa cascada (o salto de Soroa) y baños frescos en aguas medicinales. También las ruinas de los antiguos cafetales que los colonos franceses establecieron a principios del siglo XIX, cuando escapaban de la Revolución haitiana.

EL VALLE ENCANTADO

En la Sierra de los Órganos está el Valle de Viñales, declarado Paisaje Cultural de la Humanidad: un polígono de tierra roja, el verde de las montañas, las laderas verticales de sus sierras con cimas cubiertas por frondosa vegetación (conocidas como mogotes); palmas, pinos y una gran cantidad de cuevas alrededor. El Sol en el cénit muestra el paisaje en su esplendor. Ocupa un área de 132 kilómetros cuadrados y es sin duda uno de los lugares más hermosos de la isla.

Los misterios del mundo subterráneo se develan en el paso por los fascinantes sistemas de cavernas. El Palmarito, la gran Cueva del Indio (atravesada por el río San Juan) y Santo Tomás (con más de 45 kilómetros de galerías enterradas) nos invitan a sumergirnos.

A cuatro kilómetros de la entrada del pueblo de Viñales, se encuentra el Mogote de las Dos Hermanas. Sobre una de sus laderas, como en un anfiteatro, aparece el Mural de la Prehistoria. Con 120 metros de alto y 180 de ancho, fue encargado en 1959 por Fidel Castro al pintor cubano Leovigildo González —alumno de Diego Rivera— y constituye una representación de la evolución biológica de la zona.

Viñales descansa en el centro mismo del valle. En los portales de sus casas, sentados en sus sillas mecedoras, los viñaleros miran cómo desaparece el sol y esperan la llegada del nuevo día para retomar el cultivo de la pródiga tierra. Y casi en la entrada, El Niño, un personaje mítico, con la piel curtida por el sol, nos recibe en la Casa del veguero y nos explica el proceso del cultivo de la hoja de tabaco en la zona. 

En agosto, se preparan las tierras; entre fines de septiembre y principios de octubre, se comienza con el semillero, que germina en una semana. Luego, entre 30 y 45 días después, ese brote se transplanta a un surco regado con abundante agua, previamente abonado de forma orgánica. Las hojas se recogen a finales de enero y se dejan 50 días en las denominadas casas del tabaco, donde se someten a un proceso de secado natural.

Sigue una etapa de fermentación, que elimina el exceso de materia nitrogenada y resinas. Así se fortalecen el aroma y el sabor que tendrá un buen puro. Las mejores hojas son seleccionadas cuidadosamente: hay quienes prefieren el gusto de la hoja más oscura, otros más verde, pero sea como sea debe tener elasticidad y brillo, y el color debe ser parejo. 

LA BENDICIÓN DE VUELTA ABAJO

“Ayer a la noche vinieron los hombres que había enviado a ver la tierra. Hallaron los dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaba sus pueblos; mujeres y hombres con un tizón en la mano, yerbas, para tomar sus sahumerios que acostumbraban.” El 6 de noviembre de 1492, Cristóbal Colón anotó en su diario de viaje la primera noticia que tuvo sobre la existencia de tabaco en la isla y el asombro que le provocó. Además de haber vislumbrado una de las mayores riquezas de Cuba y el milagro de un negocio inigualable. 

En Vuelta Abajo, en la extensa región ubicada entre el río Hondo y Cuyaguateje, el tabaco alcanza su máximo esplendor. En las vegas de San Juan y Martínez, San Luis, Pinar del Río y Guane crecen las hojas verdes en plantaciones que forman desde lejos un tablero de ajedrez en las llanuras y se combinan con cultivos de café, cacao, arroz, cítricos, hortalizas y frutas. 

Aquí está Vegas Robaina y, por lo visto, seguirá estando por un muy buen rato.

martes, 25 de marzo de 2014

El majestuoso edificio FOCSA

El edificio FOCSA

Uno de los símbolos de la barriada habanera del Vedado lo constituye el edificio FOCSA, situado a pocos metros del Malecón entre las calles 17, 19, M y N.

Fabricado en el año 1956 por la compañía Fomento de Obras y Construcciones, Sociedad Anónima (FOCSA) es, sin lugar a dudas, un orgullo de la arquitectura cubana. Posee 121 metros de altura, y fue, en su época, el segundo edificio de hormigón y acero más elevado del mundo. Por ello es considerada una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana.

En el año 1952 estos terrenos fueron comprados por la poderosa cadena de radio y televisión CMQ al precio de 700,000 pesos con el fin de construir viviendas para sus artistas y empleados.

Antes de iniciar las obras se realizaron diversos estudios relacionados con la seguridad de la construcción. Se investigó el efecto que tendrían vientos de 240 kilómetros por hora sobre la estructura y se comprobó que la misma se movería solo 10 centímetros en su parte superior, lo cual no afectaría a sus residentes.

Desde sus cimientos hasta la torre, el FOCSA, edificio en forma de Y, cuenta con 39 pisos, ocupa 10 000 m2 y su estructura está integrada por tres partes fundamentales. En la primera, se ubican estudios de radio y televisión, tiendas, restaurantes, una agencia de publicidad y un teatro.

Posee 373 lujosos apartamentos, de tres o cuatro habitaciones, orientados para recibir brisa día y noche, los que se ubican en una torre de 29 pisos con 7 elevadores. En la parte superior, radica el restaurante La Torre, excepcional mirador donde se puede disfrutar de la cocina internacional.

En las noches, el edificio, iluminado, engalana las noches del Vedado. A ello contribuye el original y funcional diseño de este inmueble, una de las obras más importantes del arquitecto cubano Ernesto Gómez Sampero, realizada con la colaboración de sus compatriotas Martín Domínguez y Bartolomé Bestard.

Novedosa y audaz para su época, esta ciudad dentro de la ciudad, fue remozado hace pocos años y aún desafía los retos de un nuevo siglo y milenio.


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